La designación de Humberto Valdivieso como nuevo director de la Sala Mendoza marca un momento significativo para el arte contemporáneo venezolano. Investigador, docente, escritor y curador, Valdivieso ha construido una trayectoria que entrelaza pensamiento crítico, formación académica y sensibilidad estética. En esta conversación, comparte las claves de su visión curatorial, sus aprendizajes y los retos que asume en esta nueva etapa al frente de una de las instituciones más emblemáticas del país.
Docencia y curaduría: un diálogo constante
Para Valdivieso, la docencia ha sido un pilar fundamental en su desarrollo como curador. Su experiencia en la Universidad Central de Venezuela (UCV) y la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) le ha permitido entender la curaduría como una forma de investigación que se nutre del intercambio de ideas. “Un docente está obligado a pensar, a organizar el pensamiento, y eso incide directamente en cómo uno elabora proyectos curatoriales”, afirma. La constante actualización académica y el contacto con estudiantes han sido motores de renovación intelectual que enriquecen su práctica curatorial.
Su paso por el Centro Cultural UCAB fue, según sus palabras, “fundamental para mi carrera”. Allí tuvo la oportunidad de construir junto a su directora Mabel Calderín un espacio desde cero, conceptualizarlo y posicionarlo en el mapa de las artes visuales en Caracas. “Logramos insertar el espacio en el circuito artístico nacional, crear una colección, una línea curatorial, un fondo de archivo y ampliar la infraestructura expositiva”, recuerda. Durante la década en que fue parte de esta institución, se establecieron acuerdos de colaboración con instituciones como Fundación Telefónica; además, el Salón Jóvenes con FIA consolidó el impacto del proyecto, convirtiéndolo en un referente cultural.

Transformaciones del arte contemporáneo
Valdivieso ha sido testigo y protagonista de las transformaciones del arte contemporáneo venezolano, especialmente aquellas impulsadas por la tecnología. Su visión se ha nutrido de figuras como la periodista y gestora cultural Margarita D’Amico, quien le enseñó a mirar hacia el futuro. “Ella decía: ‘no hay que perpetuar la nostalgia, nuestra misión está en el futuro’.”, rememora. Esta perspectiva lo ha llevado a trabajar con artistas que vinculan arte, ciencia y tecnología, y a comprender cómo la estética contemporánea se redefine constantemente.
Durante las dos últimas décadas, Valdivieso ha trabajado con artistas tanto en Venezuela como en Estados Unidos y Europa, experiencia que le permite confirmar que el arte es universal. “Los conceptos, estéticas y modos de expresión son compartidos globalmente”, explica. Esta visión le ha permitido mantener una coherencia curatorial sin importar el contexto geográfico, enfocándose siempre en el arte y en los artistas.
Por otra parte, Valdivieso sostiene que la escritura ocupa un lugar central en su proceso curatorial. “Yo soy un escritor, y la escritura está íntimamente ligada a mi trabajo como curador”, afirma. Aunque reconoce que no todos los curadores escriben, para él es una herramienta esencial que le permite profundizar en las obras, construir discursos y generar pensamiento crítico.
‘No hay que perpetuar la nostalgia, nuestra misión está en el futuro’ Margarita D’Amico
Artistas emergentes y consolidados: dos caminos complementarios
En el marco de esta línea de tiempo como profesional de la cultura, Valdivieso ha desarrollado herramientas que le ayudan a distinguir claramente entre el trabajo con artistas consolidados y emergentes. Con los primeros, se enfrenta a trayectorias sólidas que requieren una lectura minuciosa; con los segundos, asume un rol más pedagógico, de acompañamiento. “Con los maestros uno termina siendo discípulo, y con los emergentes, uno termina siendo guía”, reflexiona. Esta dualidad le permite abordar la curaduría desde múltiples ángulos, adaptándose a las necesidades de cada creador.
Uno de los hitos de su carrera fue la publicación del libro Fragmentación de la luz y el color, en el cual Valdivieso presenta una investigación rigurosa de más de una década sobre el artista cinético Juvenal Ravelo, texto editado en 2024 por Fundación Telefónica. “Fue la culminación de un largo camino de investigación que comenzó en los años 2000”, comenta. El libro, acompañado por una cronología de Elías Salazar y diseñado por Pedro Quintero, representa una obra de arte en sí misma y un testimonio de años de diálogo y estudio.
Otra experiencia significativa fue su colaboración en el catálogo del artista cinético Elías Crespín, Continuum, donde pudo explorar la poética de un creador que encarna la relación entre arte, ciencia y tecnología. “Fue una felicidad, un honor, una gran satisfacción”, dice sobre el proceso, agradeciendo a Hacienda La Trinidad Espacio Monitor, a Lorena González y al propio Crespín por la oportunidad.
La Sala Mendoza: espacio de pensamiento y formación
Su visión para la Sala Mendoza es ambiciosa y profundamente contemporánea. Valdivieso quiere convertirla en un espacio que no solo exhiba arte, sino que piense y acompañe a los artistas en su formación. “La contemporaneidad hoy nos habla de inteligencia artificial, medios mixtos, hibridación, post naturaleza, post humanismo, nuevas ecologías”, enumera. Para él, la Sala debe ser una referencia en estos temas, vinculando arte, ciencia y filosofía.
Uno de sus objetivos es establecer un diálogo total con el público joven, sin excluir a otros públicos. “La sala debe hablar su lenguaje, caminar y sentir como ellos”, sostiene. Esto implica conectar con sus estéticas, sus modos de estar en el mundo, sus formas expresivas, incluso con la música y el performance.
Valdivieso planea integrar la tradición de la Sala Mendoza con las nuevas tendencias, potenciando su valioso archivo, uno de los más importantes de América Latina. “Hay que revisar cómo se ha transformado la contemporaneidad desde los años 50 hasta hoy”, propone. Esta revisión permitirá conectar el pasado con el presente y proyectar el futuro del arte venezolano.
“Yo soy un escritor, y la escritura está íntimamente ligada a mi trabajo como curador”
El rol del crítico de arte hoy
Como miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA), capítulo Venezuela, Valdivieso defiende el papel del crítico como investigador y dialogador. “No como tutor ni sacerdote, sino como alguien que dialoga desde sus ideas y desde lo que el arte le ofrece”, explica. Su enfoque crítico es reflexivo, incisivo y profundamente conectado con la obra.
Finalmente, Valdivieso señala que el arte venezolano enfrenta retos de visibilidad internacional. Aunque, si bien las redes sociales han abierto caminos, no son suficientes. “Hay que crear canales, plataformas, como el Salón Eugenio Mendoza, para proyectar a los artistas jóvenes”, afirma. También destaca la importancia de integrar a los artistas venezolanos que viven en el exterior, generando un intercambio vivo y enriquecedor.
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